Había una vez un muelle que vivía tranquilo y seguro dentro de su bolígrafo. Aunque oía muchas cosas procedentes del exterior, vivía creyendo que fuera de su mundo, el bolígrafo, no había nada bueno. Sólo pensar en dejar su bolígrafo le daba tal miedo que no le importaba pasar su vida encogiéndose y estirándose una y otra vez en el minúsculo espacio del boli.
Pero un día, se ácabó la tinta, y cuando su dueño lo fue a cambiar tuvo un despiste. El muelle saltó por los aires y fue a parar al desagüe del lavabo, y por ahí se perdió de vista. El muelle, aterrorizado y lamentándose de su suerte, atravesó tuberías y tuberías, pensando siempre que aquello era su fin. Durante el viaje por las cañerías no se atrevió a abrir los ojos de puro miedo, sin dejar ni un momento de llorar. Arrastrado por el agua, siguió, siguió y siguió, hasta ir a parar a un río; cuando la corriente perdió fuerza, al ver que todo se calmaba, dejó de llorar y escuchó a su alrededor, y al oír sólo los cantos de los pájaros y el viento en las hojas de los árboles, se animó a abrir los ojos. Entonces pudo ver las aguas cristalinas del río, las piedras del fondo, y los peces de colores que en él vivían y jugaban, y comprendió que el mundo era mucho más que su pequeño bolígrafo, y que siempre había habido muchas cosas en el exterior esperando para disfrutarlas.
Así que después de jugar un rato con los peces, fue a parar a la orilla, y después a un campo de flores. Allí escuchó un llanto, que le llevó hasta una preciosa flor que había sido pisada por un conejo y ya no podía estar recta. El muelle se dio cuenta entonces de que él podía ayudar a aquella flor a mantenerse recta, y se ofreció para ser su vestido. La flor aceptó encantada, y así vivieron juntos y alegres. Y siempre reían al recordar la historia del muelle, cuando pensaba que lo único que había en la vida, era ser el triste muelle de un bolígrafo.
Autor: Pedro Pablo Sacristán
¿Recuerdas alguna vez que te hayas sentido como el muelle con miedo a abandonar tu zona de confort?
Ana María R. Novoa
Hola Ana Mari soy Manuel y a mi me paso una vez que yo no quería ir a mi campo porque estaba muy cansado pero fui y después no me quería ir. El muelle no quería irse porque se paso de la zona de confort a la de pánico pero por las tuberías cerro los ojos y no aprendió lo que había a su alrededor pero abrió los ojos en un río y vio los pájaros,peces y ayudo a la flor a ponerse derecha. Un saludo Manuel
ResponderEliminarHola Ana Mary aquí estoy para escribir un comentario.
ResponderEliminarYo he sido como la pluma del cuento muchas veces por ejemplo la primera vez que fui a un campeonato de taekwondo tenía miedo y cría que lo iba ha hacer muy mal pero quede el quinto de España de mi edad y me lo pase bomba.
Abrazos Pepe
Hola Ana Mari.
ResponderEliminarMuy buena historia la del muelle porque al estar en ese espacio tan chico (aunque fuera su zona de confort)no podía descubrir lo que había en la zona de aprendizaje.
Desde que salió de la tubería estaba en la zona de aprendizaje y además consiguió llegar a la zona del pánico.
A mi me pasa cuando conozco a gente nueva.
Un saludo atentamente Pedro
Hola Ana Mari,yo si que me he sentido alguna vez como aquel muelle pero creo que el muelle se podía haber comportado de otra manera.
ResponderEliminarHay más cosas fuera de aquel boligrafo no solo entar allí encerrado.
Un abrazo de marta
Hola maestra.
ResponderEliminarEl muelle al salir de su zona de confort a la zona de pánico como su nombre indica sintió pánico pero ese pánico se pudiese evitar si hubiese convertido la zona de miedo en zona de confort.
Yo una vez fui a isla mágica y había un barco que daba casi una vuelta entera, me monté en ella y pasé de la zona de confort a la de pánico haciendo que no me gustase esa atracción pero dentro de un rato volví pero a una zona menos baja y así iba superando niveles y me gustaba cada vez más hasta que convert5í todo en mi zona de confort.
Un saludo.
Pablo.
Hola, soy MARTA BADILLO y el cuento del muelle me ha gustado muchísimo y cuando el muelle salio de su zona de confort sintió pánico por que él nunca había salido, siempre estaba en un boli metido. Cuando salió se sintió bien por que era un paisaje muy bonito y cayó en el capullo de una flor y se pusieron a hablar cada uno de su vida.
ResponderEliminarMarta